9.2.05

Neurona 7

El estadio había quedado vacío. Faltaban menos de veinte horas para el cierre de la campaña romerista, y todavía nos faltaba colgar las letras del partido y dibujar los rostros sonrientes de candidatos y líderes espirituales.
Teníamos varias planchas circulares de tergopol y un montón de latas de pegamento, pintura, lápiz, unas fotos y un cagazo temible. Y dibujamos. Dibujamos. Dibujamos. Me subo a las cabinas de los periodistas, a 25 metros de altura, y dirijo la operación, porque desde el suelo es imposible debido al tamaño de esas caras horribles. Más ahí, Pepo, no, un poco más acá. Eso es. No, no. Ahí.
Cuando la cosa está casi terminada, podemos afirmar entre todos que el retrato del candidato principal tiene un notable parecido a Espeche, el oponente radical. Encima, algunos retratos que afirmamos en la pared para secarse se chorrean espantosamente. Lágrimas de pintura en nombre del futuro político.

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