5.6.05

The End

Y esta historia termina aquí, ahora. No tengo más que decir. Sigo indignado. Sigo dolorido, seis meses después. Teniendo dos hijitos tan pequeñitos no es fácil dar por cerrado el asunto.
Zoe está grande, alta, tiene el cabello largo. En octubre va a tener tres años. En cada gesto, en todo lo que hace, es Malvina. Una Malvina chiquita, con el mismo carácter, el mismo cuerpo. Hasta huele igual.
Cuando se cumplieron seis meses de la muerte de su mamá me pidió que la llevara a verla. Jerónimo hizo otro tanto, y además me advirtió que él no se olvida de nada, ni se va a olvidar. Le dije que así estaba bien. Jero tiene ahora cuatro años y medio.
Le llevaron flores a la tumba. Era un día soleado, y el parque estaba muy verde. Zoe iba radiante. Jerónimo se interesó en saber por qué morimos, cómo es la muerte, si duele morir. Contesté lo mejor que pude.
Nos acompañaron mi vieja, y mi "viejo", Pedro. El mejor tipo que conozco. Después nos fuimos a la República de los Niños a pasar el resto del domingo. Estuvo bien.

Y el mundo sigue girando.

Muchas gracias a todos ustedes, que leyeron este blog. Muchos fragmentos de mí están aquí; cosas que quedan en la memoria, pero ya se van.
Gracias a vos, Max, por el aguante. Sin vos no se podría haber llegado hasta donde fuimos con Malvi, que fue muy lejos. Gracias a ustedes, Mariano y Lucy, que durante dos años no dudaron jamás en ayudarme. Gracias, Noelia, por ser mi mejor amiga y estar siempre; Pablo, por volverse de repente un amigo a quien quiero mucho. Gracias, Martin, por entender.
Gracias, Julio, cuñado. Gracias por llevarme esa noche con tu hermana. Gracias por todo tu esfuerzo. Gracias por Malvina. No me arrepiento de nada, al contrario.
Fue un honor, lo dije muchas veces.
Gracias, Roberto. Vos fuiste el eje del mecanismo que me ayudó a sobrevivir la peor etapa. No hay forma de pagarte. Gracias, Willie, gracias, mil gracias, por darnos un año extra de vida. No tengo palabras que puedan expresar lo que siento. Ojalá algún día vos y tus colegas puedan trabajar sin persecuciones ni miedo.

Y gracias en mi nombre y en el de Malvina a todos los demás: Fran, Diego, Pablo, Hernán, Moni, Gastón, Daniel, Marquito, Marcos, a mis hermanos de México, y a mi legión de amigos del corazón. Ustedes son de acero templado. Son increíbles.