7.2.05

El viaje entre las luces

La fagocitante metrópolis del Buen Ayre se mueve lenta ahora. El trabajo no abunda, y todo es más caro que en La Linda, según dicen. Creo que si alguna vez tus huesos caen en ese cemento, Marce, van a doler un tiempo impredecible. Recuerdo mi propio dolor, fuerte y recalcitrante durante tres inviernos. ¿Te acordás del tuyo? Ignoro cuál es tu motivación para ser aspirante a este infierno precario. Quisiera que te detuvieras a pensarlo mejor, aunque también lucho contra el impulso de alentar el viaje entre las luces. Digo esto último porque me siento tan acostumbrado a este sur que si tuviera que rehacer aquella partida hacia la nada volvería a intentarlo. La estabilidad en los lugares, como en los sentimientos, sólo se alcanza bebiendo de la marea del tiempo.

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