11.3.05

El rey de la colina, 2

Es duro perder a un amigo, aunque fuera Charlie. Uno siente como un vacío, como que algo no anda bien. Sufrimos la certeza de que estamos ante una simple distorsión que pronto pasará. Pensamos que el fallecido puede volver, que nada se lo impide. En un momento así puede lograrse la percepción necesaria para saber que la realidad es tan tenue como el humo de un cigarrillo. Fluctúa y cambia, persistiendo alrededor de nosotros. Existiendo sólo porque es inconcebible de otra forma. Debemos atenernos a lo que se nos ha enseñado como lógico y concreto. Estructuras, estantes repletos de pilas de normas y costumbres, lo que se debe hacer y lo que no, lo que es bueno o lo prohibido, simples castillos de naipes.

Xtreme PC, septiembre de 1999

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